Como dijo Einstein, hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro. Yo tampoco tengo idea alguna de lo inmenso e interminable que puede llegar a ser el Universo, pero cada día me asombra más el nivel de estupidez que pueden llegar a mostrar algunos.
Y como todo se pega menos la hermosura, pues he aquí que la estulticia se propaga a la velocidad de la luz cuando ciertos necios hacen gala de su idiotez a través de las redes sociales.
El lunes 13 de mayo apareció el hashtag #DEPManoloEscobar, supuestamente haciéndose eco de una noticia aparecida en la web de Televisión Española. Esta crónica informaba sobre el fallecimiento del popular cantante a causa de un infarto de miocardio. Pues bien, al parecer la web de TVE había sido hackeada y, junto a la noticia de la defunción de Manolo Escobar, aparecía otra primicia que anunciaba a bombo y platillo el fichaje de Carmen Sevilla por el Betis.
La estupidez insiste siempre, apuntaba el gran Albert Camus. Y vaya si insistió. El martes 14, sólo un día después de la mamarrachada cometida contra Manolo Escobar, una nueva legión de badulaques se propusieron propagar la muerte de otro cantante español. En este caso, David Bustamante, al que «ejecutaron» por medio de un accidente de tráfico que nunca existió, a través del hashtag #DEPBustamante.
Me da lástima que un medio de comunicación social como Twitter acabe corrompido, pervertido y degradado por esta panda de majaderos ignorantes sin oficio ni beneficio. Ni siquiera ellos saben la finalidad de estas insensatas y disparatadas acciones más allá de lograr un Trending Topic durante unas horas. Simplemente se unen a la manada para no ser menos, como forma de aceptación y pertenencia a un grupo que, de utilizar el (escaso) ingenio con el que ha sido dotado, tal vez aceleraba la recuperación de la situación tan desastrosa que se vive en nuestro país.
Mientras tanto, tendremos que seguir aguantando las cada vez más macabras y menos graciosas bufonadas de todos aquellos que buscan la notoriedad mostrando sin pudor alguno el infinito grado de estupidez con el que cuentan.